Se llama Juanjo Montiel, tiene 36 y es malagueño. Vino a este mundo con prisas porque nació demasiado pronto, con seis meses. Le llevaron a la incubadora, y ahí se quedó ciego debido a una retinopatía del prematuro. Era un fallo técnico muy común en las incubadoras de los ochenta por exceso de oxígeno, dentro de la incubadora, a muchos se les quemaron las retinas. Aun con todo para él la vida es un regalo. Y no le da muchas vueltas a esta historia.
Al parecer nunca fue a un colegio especial, sino a uno integrado, con gente sin discapacidad. Y que sus padres nunca le pusieron límites respecto a su ceguera, al revés le animaban a pelear y conseguir grandes logros que de primeras podrían parecer imposibles.
¿Su mayor logro? La familia que ha formado porque ahora Juanjo está casado con Nuria, que también es ciega, y además tienen un hijo pequeño llamado Eric, quien ha tenido la suerte de poder ver.
Él ahora es desarrollador de software y, desde 2017, es premio MVP de Microsoft. Trabaja, como todos para ganar un dinero y poder vivir, sin embargo, en su trabajo encuentra una realización personal en la ayuda a los que, como él sufren algún tipo de discapacidad.
Y es que Juanjo ha creado aplicaciones para que los ciegos se descarguen libros de forma accesible, para que los que no ven puedan conjuntar la ropa que se ponen con tan solo pasar el móvil sobre las prendas etiquetadas con un chip, o para orientar de forma correcta las fotos que guardas digitalmente en tu móvil, entre otras cosas.
“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo” una frase que tiene más razón que un santo, y que esta vez viene como anillo al dedo.
419